viernes, 24 de diciembre de 2010

Nos Mudamos!!


Estimados nos cambiamos a:

www.waldocarrasco.cl

Empezamos una nueva etapa...ahí nos vemos, gracias por sus buenos deseos....


jueves, 16 de diciembre de 2010

Andrade y la pérdida del sentido de lo Colectivo

En el Congreso, la noche de este miércoles 15 de diciembre, todo parecía viento en popa para la oposición.

En el Senado, luego de un ácido debate en donde el Ministro del Interior desplegó sus atributos, se aprobaba, con lo mínimo, el Proyecto de reajuste a los funcionarios públicos presentado por el Gobierno. Conforme a la estrategia no oficialista diseñada correspondía que éste pasara a la Sala de la Cámara para ser rechazado y provocar la Comisión Mixta. Esta instancia sería la última etapa de la negociación, en donde no sólo se podría alcanzar acuerdo sobre un guarismo, sino que, además, se “amarrarían” cuestiones pendientes y no poco importantes, como eventuales descuentos por los días no trabajados y un protocolo sobre los masivos despidos de funcionarios hechos recientemente.

A esta fórmula de trabajo concurrían independientes, comunistas y concertacionistas, los que juntos representaban un atisbo de nueva mayoría en el Congreso. Después del debate presupuestario este evento de trabajo mancomunado de la “oposición” se convertiría en el hecho político más auspicioso del año.

Sin embargo las cosas no se dieron así. En la votación decisiva, ya en la madrugada del jueves 16, el Presidente del Partido Socialista, Diputado Osvaldo Andrade, a la sazón coordinador y vocero de la Concertación, se retiraba de la sala, sin votar, provocando un inesperado y estrecho triunfo oficialista.

Nadie entendía nada. Sólo momentos antes se había escuchado la intervención de este parlamentario, quien hacía uso de la palabra al último, como corresponde a la investidura de su eventual autoridad del bloque concertacionista; intervención concisa y coherente con las anteriores, en donde recriminaba al Gobierno por haber privilegiado los bonos por sobre los reajustes, lo que incluso escapaba a toda lógica financiera, en fin.

Resultado, aprobado el reajuste (adiós a la Comisión Mixta) y perplejidad. Nadie entendía nada.

Las explicaciones de esta mañana del Diputado Andrade me han dejado de una pieza. Ha dicho que su actuación es coherente a lo que los gremios le habían solicitado y que, además, él era muy escéptico a los resultados que se podrían alcanzar en la Comisión Mixta. Que había actuado conforme a una solicitud de los gremios y la CUT.

Anoche, tras los hechos, las redes sociales estallaron. Incredulidad, recriminaciones, amenazas, desasosiego, mucho desasosiego. Esta mañana amigos, que aún creen que uno cuenta con mejor información que ellos, me despertaban a telefonazos inquiriendo detalles que no tenía y pidiendo explicaciones a hechos que aún no comprendía. En fin.

Las “explicaciones” de Andrade son lapidarias. Ha dicho, en otras palabras, que ha actuado en conciencia, tras muchas conversaciones. De hecho El Mercurio nos había advertido de ello en su edición del martes 14 cuando daba cuenta de la cena del Domingo 12 entre él, el Senador Escalona y los Ministros Larroulet y Larraín. Todo parece indicar que está conforme con su actuar y su conciencia está muy tranquila. Pero ese no es el tema de fondo.

Cuando la política importa en el plano personal por sobre lo colectivo estamos retrocediendo. La política, justamente, vive más allá del ámbito personal y tiene que ver con la convivencia con otros.

Siento que las “explicaciones” del Diputado Andrade apuntan en el sentido equivocado de la experiencia histórica que hemos tenido como Concertación. Precisamente es el desprendimiento de las legítimas aspiraciones personales, en función de la búsqueda de los sueños colectivos, lo que ha caracterizado nuestro modus vivendi al interior del conglomerado. Cuando las visiones y análisis personales se imponen sin diálogo y concertación con otros estamos hablando de una forma de hacer política que no tiene nada que ver con los últimos 25 o 30 años.

Porque Andrade ha actuado con el desconocimiento de su bancada, de las autoridades de su partido, a espaldas de sus pares Presidentes de Partidos de la Concertación; su alusión a la CUT no hace sino ahondar más la herida porque la reduce a una rencilla interna de los liderazgos sindicales del mundo socialista; el Presidente del Partido Socialista se ha equivocado porque sus actos giran en el sentido contrario de las agujas del reloj, hacia visiones que creíamos erradicadas.

Quizás ya bastaba con haber sufrido la experiencia del fenómeno de MEO para haber aprendido de esto, de que las aventuras personales no pueden hacerse en nombre de sueños colectivos, pero no fue así. Todo parece indicar que el principal problema de la Concertación no pasa ni por los liderazgos, ni por la renovación de sus cuadros sino por la pérdida del sentido de lo colectivo.

La actitud del Presidente del PS quizás no sea sino una expresión más de este mal, quizás llame la atención porque su perfil no encajaba con los personalismos. Sin duda que esperaba esto de otros, de aquellos que “tiran el mantel” casi por deporte. En fin.

¿He aquí nuestro principal problema queremos ser la suma de muchos o queremos que esos muchos se sumen a nuestros “preclaros designios”? De no resolver esto difícil es que podamos salir del embrollo donde estamos metidos.

martes, 7 de diciembre de 2010

Hinzpeter y la aprobación en delincuencia a la baja

Los resultados de Noviembre en la Encuesta de Evaluación Mensual de Adimark vienen a cerrar un ciclo nada de positivo para el Ministro del Interior, Rodrigo Hinzpeter.

Aunque haya aumentado su índice de conocimiento y en aprobación se ubique como segundo tras los gigantescos guarismos del Ministro Golborne, la baja en el respaldo a las medidas de combate a la delincuencia que ha tomado el Gobierno, junto a una serie de otras señales, permiten prever que la gestión del Ministro se vislumbra, a lo menos, azarosa.

Partamos por el principio. La Alianza y sus candidatos de las últimas tres elecciones presidenciales hicieron del tema de la delincuencia una materia obligada de la agenda política; una pregunta imprescindible en toda encuesta; a tal punto que, aún con resultados objetivos auspiciosos, como los reflejados año a año por la ENUSC[1]; los últimos años de los Gobiernos de la Concertación mostraron índices de aprobación deplorables en esta materia.

Los elementos de discurso opositor eran simples pero efectivos. Delincuencia desatada, existencia de leyes en demasía garantistas, un Gobierno desganado, y a ratos indolente, limitado por trabas ideológicas, excesivamente permisivo; un poder judicial y unas policías sin la conducción adecuada; en fin, un contexto donde los delincuentes campeaban sin atajo, con puerta giratoria o siendo indultados, burlando estrategias ingenuas que generaban una sociedad desprotegida, a merced de quienes debían estar tras la rejas.

Se hizo bien la pega y en la agenda política este era un tema indispensable y frente al cual el Gobierno concertacionista estaba, virtualmente, sin actitud. Aunque, como decíamos, objetivamente las políticas aplicadas a través de la Estrategia Nacional de Seguridad Pública reflejaban objetivamente importantes avances.

Ganadas las elecciones el nuevo Gobierno no rehuyó el tema, por el contrario, en un gesto audaz el Ministro del Interior encabezó el combate a la delincuencia poniendo todo su capital político al servicio de esta causa. Haciendo intervenciones públicas reiteradas, con gestos de “apoyo” a la labor de las policías y entrando en polémicas con la Fiscalía Nacional. El Ministro del Interior se ha transformado en protagonista principal en el “combate a la delincuencia”, con entusiasmo, tanto que actuó hasta contra un supuesto germen terrorista.

Los Gobiernos de la Concertación tenían, en este sentido, un diseño político diferente. La figura del Ministro del Interior, como Jefe de Gabinete, era una combinación de involucramiento y prescindencia en todos los tópicos de la gestión. Sobre todos los temas y en ninguno a la vez. Sólo cuando los problemas escalaban a un grado de trascendencia mayor éste intervenía o “hablaba” ante la prensa.

En el caso de Seguridad Pública siempre se entendió que el responsable político directo era el Subsecretario del Interior. Quienes ocuparon ese cargo durante los Gobiernos de la Concertación conducían los procesos, coordinaban acciones con los agentes persecutores y hacían la vocería en la materia.

Este diseño de gestión cambió radicalmente en marzo pasado, sonaba coherente hacerlo de momento que se pretendía dar señales potentes de cambio, que evidenciaran el “cambio de mano”. Las encuestas dieron cuenta de ello, pero el tiempo ha complotado contra el entusiasmo inicial; aunque el Gobierno cuente con más apoyo que el Presidente de la República, promesas como las de erradicar la delincuencia están condicionadas a las fluctuaciones que experimente, por ejemplo, la credibilidad del Presidente.

La cifra de aprobación sobre las medidas del Gobierno respecto a la Delincuencia, desde hace ya dos meses, está por debajo del guarismo que reflejaba el mismo al momento de asumir en marzo pasado. En Junio se experimentó el peak (53%) del rédito que la nueva forma de gobernar pudo cosechar de un rol más activo del Presidente de la República y su Ministro del Interior en esta tarea. Pero ¿Qué ha pasado en estos meses para que ocurra este fracaso tan acelerado como definitivo?

Bueno, ocurre que, primero, es pésima idea el levantar expectativas de soluciones totales sobre problemas estructurales. Alguien en el Gobierno debiera entender que “ganar la batalla contra la delincuencia” equivale a decir que se eliminará la cesantía, es decir, no sólo es irreal plantear metas tan maximalistas sino que, también, irresponsable.

Otro asunto es que tal voluntarismo, tanta “señal” mediática en este sentido, ha despertado fuertes expectativas en la población, las que elevan el umbral de satisfacción de los chilenos a parámetros inalcanzables para cualquier Gobierno.

Súmese a lo anterior los múltiples desaciertos, como las erráticas decisiones respecto a los nombramientos en la División de Seguridad Pública que depende del Sr. Ministro. La disputa pública entre la UDI y RN por el “control” de la Agenda del Ministerio del Interior, que provocó la caída de Jorge Nazer (UDI) el tardío nombramiento de Cristobal Lira, hace pocos días; siembran dudas respecto a la eficiencia gubernamental en una materia que parecía tan relevante en su programa de Gobierno. Todo en esa área parece improvisación, sólo ayer, por ejemplo se cerró el concurso para la asignación de 1400 millones de pesos a municipios y organizaciones sin fines de lucro que desarrollan proyectos con efecto real sobre el territorio. Esto 9 meses después de haber tomado el mando de la nación.

En esta misma área falta por resolver la manera en como durante, ya el 2011, se asignarán los recursos que permiten la intervención sobre el territorio, Názer dio señales muy equívocas en este sentido sembrando la perplejidad entre los municipios de todos los signos políticos. A nivel municipal todo es incertidumbre en este sentido.

El Ministro del Interior, además, corre el riesgo de saturación saliendo en todos los medios, para aparentar esta firmeza e involucramiento en el combate a la delincuencia, debilitando la credibilidad del Gobierno y del propio Ministro en esta tarea.

Ayuda poco, además, la disputa pública del Ministro con el Alcalde de Las Condes. Éste afirmó que el Jefe de Gabinete “faltaba a la verdad” respecto a la negativa a las sucesivas solicitudes de entrevista que hiciera para manifestarle su preocupación por la inefectividad de las medidas implementadas. Conocida es por todos la seguidilla de delitos a la propiedad que se han efectuado en el sector oriente de la capital.

Finalmente, el Sr. Ministro en su afán por “diferenciarse” de las administraciones anteriores ha tenido actuaciones que rayan en imprudencia. Un caso emblemático es el del ciudadano pakistaní, Saif Ur Khan, la actuación del Jefe de Gabinete compromete la seriedad con que el Gobierno abordará el tema del terrorismo. Las nuevas autoridades parecieran estar frecuentemente afectadas del vértigo terrorista, buscando nexos e intervenciones que hasta ahora no tienen correlato con la realidad.

Este cúmulo de desacierto explican en parte la brusca caída que el actual Gobierno tiene respecto a la aprobación ciudadana en el manejo de la delicuencia. Todo pareciera indicar que esto es un tendencia irremediable, tendencia que podría arrastrar al Jefe de Gabinete golpeando las actuales cifras de apoyo personal y complotando contra su cada vez menos disimulada carrera a la Presidencia.


[1] Encuesta Nacional de Urbana de Seguridad Ciudadana