lunes, 30 de abril de 2007

Educación: No todo se arregla con plata















Dentro de las múltiples opiniones que han surgido en torno al debate por la tramitación del Proyecto de Ley General de Educación, que reforma la LOCE, los sostenedores privados y la derecha política han coincidido en indicar que la propuesta gubernamental no apunta a la verdadera demanda social expresada en las movilizaciones del 2006: la calidad de la educación.

La baja calidad educativa, que sería el tema de fondo en la problemática educacional, según estos actores, descansaría en la esmirriada subvención escolar entregada por el Estado. Más recursos implicaría la solución definitiva de esta situación.

Indican, al mismo tiempo, que el proyecto en cuestión, que se niegan siquiera a considerar, pues lo pretenden despachar votando en contra de la idea de legislar, no menciona nada respecto a la calidad de la educación. Por el contrario, contiene medidas que atacan la participación de los privados, ideologizando el debate, de un “gustito ideológico” se ha hablado.

Antes que nada, las posiciones de la derecha y de los sostenedores privados de educación ¿no son ideológicos?. Cuidado, aquello que defienden posiciones sin ideas se limitan sólo a precaver sus intereses. Creo que no vale la pena profundizar este aspecto.

Lo segundo, que el proyecto no aborda la calidad educativa. ¿se quería indicados estándares de calidad precisos? ¿es permanente la calidad o debe ser evaluada de manera periódica y por instrumentos flexibles?. Está claro que los índices mínimos de calidad no pueden sino nacer de los requerimientos de un periodo y contexto histórico social determinado, colocarlos aquí, en una normativa general, habría sido una torpeza corto placista imperdonable.

Por eso los estándares de calidad son entregados al Ministerio de Educación. Para que éste, tras evaluaciones periódicas a los resultados de los diferentes miembros de la comunidad educativa, determine los mínimos de calidad que la sociedad quiere exigir. Es esta mirada sistémica e integral la que permite, de verdad, entregar las herramientas a los órganos ejecutivos para que mantengan y mejoren la calidad.

Esa misma mirada sistémica es la que desbarata la solución sentada sólo en el aumento de la subvención.


Es cierto que se debe aumentar la subvención escolar, pero es la derecha, con sus sirenas de alerta frente al aumento del gasto público, la que persistentemente ha impedido el aumento de la misma. Por esos asombra tanto este arranque de realismo y que se exija un aumento de esta asignación. Francamente, el discurso de la derecha frente a la tramitación de este proyecto sorprende por su defensa de los privados como por su apertura a echar mano de la abultada billetera fiscal. Ello no puede sino entenderse en un contexto estratégico para mejorar sus posiciones en la presidencial próxima.

Pero, además de denunciar el supuesto ataque a los sostenedores particulares y pedir a gritos el aumento de ítemes que por años congelaron, la derecha se equivoca en el diagnóstico del problema. La calidad de la educación no es sólo un problema de platas.

Entiendo, en el mundo conservador y ultraliberal cuando se habla de problemas siempre se piensa en ¿cuánto va a costar?. Primero se analizan los costos, luego se trata de entender el problema. Pero en este caso la solución no es tan simple.

Diversos estudios han demostrado que el mejoramiento de la calidad pasa por el esfuerzo de todos y cada uno de los actores de la comunidad educativa. Tanto así que cuando la gestión educativa pierde fuerza y compromiso, el producto al final del sistema está más determinado por los elementos externos del sistema que por la educación formal misma.

Es decir que frente a una gestión educativa estática, carente de estrategias que potencien las habilidades y generen nuevas destrezas, más vale concentrar los esfuerzos públicos en políticas sociales que apunten a los momentos de la vida ajenos a la educación formal.

Pero claro ese no es el ideal, porque por mejor rentabilidad que se obtenga en la inversión pública, lo claro está en que las sociedades necesitan de sistemas educacionales eficientes y transformadores de las personas.

Por eso si queremos detenernos en la calidad y en el mayor o menor efecto de nuestra educación, en la merma de las brutales desigualdades desde la cuna; si queremos ciudadanos con igualdad de oportunidades para competir y crecer; debemos atender al rol jugado por cada uno de los integrantes de la comunidad educativa.

Esto significa evaluar periódicamente los resultados de estos integrantes. En el caso de profesores y sostenedores, elaborar procesos de calificación que impliquen la salida del sistema de aquellos que reiteradamente no dan el ancho. En cuanto los alumnos, diseñar programas de atención preferencial a los más débiles socialmente, contar con estrategias psicopedagógicas para los de menor talento, valorar y evaluar a todos en consideración de las ventajas y desventajas personales, etc.

Estos principios se encuentran en el proyecto de Ley General de Educación y en el proyecto de Subvención escolar preferencial que están sometidos a tramitación en el Congreso. Si no es suficiente, es momento del legislativo para que enriquezca esta mirada sistémica, pero que no se niegue a debatir sobre esta materia.

A ver si los parlamentarios de la derecha y los sostenedores privados de la educación pasan de hablar sólo de plata a pensar en la complejidad de los procesos educacionales. Pasan de mirar la política pública desde los bolsillos a tomar los caleidoscopios para observar y entender la riqueza de las formas y los colores.

Columna publicada en El Mostrador el 01 de mayo de 2007.

Selección y segregación en la escuela


















Un reciente estudio de la Universidad de Chile arrojó resultados que, a la luz del debate sobre el proyecto de Ley General de Educación, impactan el ambiente educacional.

El estudio indica que los resultados arrojados por los colegios “emblemáticos” de la educación municipal, entiéndase los alumnos que de ellos egresan, no demuestran poseer un plus adicional en su pasada por tales establecimientos.

Esto significa que es la selección inicial que estos colegios aplican la que les garantiza tener buenos resultados. No es, por tanto, lo aprendido en los mismos lo que explica el rendimiento de sus estudiantes en las pruebas de selección universitaria.

De lo anterior se deduce que lo crucial es la formación de los primeros años de estudios básicos, es en esa etapa donde se forman a los estudiantes destacados. El rol, por tanto, de los establecimientos de enseñanza media no es determinante sino sólo en la medida que haga retroceder a sus alumnos escogidos y éstos pierdan hábitos de estudio perjudicando su rendimiento.

O sea, no debería llevarnos a asombro que un estudiante de estos colegios seleccionadores tenga resultados sobre la media nacional, es justamente lo mínimo que ellos pueden hacer. Lo novedoso sería que con ese capital destacado de alumnos se obtuvieran malos resultados.

El estudio en cuestión permite deducir, entonces, que lo que debiéramos exigir a estos establecimientos es que la mayoría de sus egresados estén en estándares de excelencia sobresaliente. Ello demostraría el valor agregado real que los establecimientos de este tipo aportan a sus alumnos.

Vale la pena detenerse en estos resultados de momento que el proyecto de Ley General de Educación modifica los requisitos para la selección de alumnos.

En el proyecto se señala que todos los colegios y liceos, con alumnos entre 1° y 8° Básico, que reciben financiamiento público, municipales y particulares subvencionados, deben admitir a quien solicite ingreso. En caso que su capacidad instalada sea copada podrá seleccionar en un proceso público y transparente, “el que en ningún caso podrá considerar la situación económica o social del postulante, su rendimiento escolar pasado o potencial, el estado civil, escolaridad o religión de los padres, origen étnico del postulante, ni otro criterio que permita la discriminación arbitraria de éste”.

El cambio es sustancial. Hoy en día existen todo tipo de selección y discriminación de alumnos. Los colegios particulares subvencionados escogen a sus estudiantes por rendimiento escolar y por todos los demás motivos que el proyecto en cuestión, explícitamente, prohíbe. Los municipales lo hacen al interior de la misma comuna, en unos colegios agrupan a los alumnos con mejor rendimiento, en otros aquellos atrasados o repitentes, con problemas conductuales, etc.

La selección aplicada en estos casos implica discriminación y segregación. Bien por aquellos que son escogidos, pero ¿qué pasa con los que son marginados o rechazados? ¿qué sentimientos puede ir guardando ese alumno al que se le indicó que carecía de talento? ¿Qué tipo de ciudadanos pueden resultar de aquellos que se les señala como los peores, los malos o los limitados?.

Pero, además, ¿es real el ambiente existente en un colegio donde están los más talentosos?. La escuela forma a los niños en el aprendizaje ciudadano, un colegio debe preparar a una persona para interactuar en la sociedad real, aquella diversa compuesta por todo tipo de personas, no sólo las talentosas.

Un país que crea estancos sociales, con un dialogo ciudadano limitado, estigmatizando a las personas por los colegios donde estudiaron o donde no pudieron estudiar; es un país que va en un camino no sólo equivocado, sino también altamente peligroso.

Entiendo que el gran sustento de los liceos “emblemáticos” es la opción de premiar a los mejores, a aquellos que mejoran a la sociedad a partir de su excelencia. Pero ello, según el estudio al que aludíamos al principio, no está tan garantizado. ¿por qué entonces seguir con ese sistema?. Se nos dirá que por la historia, por los preclaros hombres que nos han entregado estos establecimientos, en fin.

Pero, ¿no parecen altos los costos que como sociedad debemos pagar por mantener un sistema de selección? ¿Por mantener una tradición que no hace las diferencias que se pregonan?.

Para mí está claro que no es posible justificar algún tipo de segregación y discriminación cuando son las platas de todos los chilenos las que financian el sistema público de educación. Distinguir a los chilenos y chilenas entre los mejores y los peores es un contrasentido con el interés público.

Es de esperar que los avances que implica este proyecto de Ley General de Educación se cristalicen. Por ahora: terminar con la discriminación en colegios con financiamiento público entre 1° y 8° básico; más adelante: anular todo mecanismo de selección que implique ofender la conciencia democrática del país que estamos construyendo.

Columna publicada en El Mostrador el 18 de abril de 2007.

Adiós a la LOCE, bienvenida Democracia


Pasaron muchos años, demasiados, para que la derrota de Pinochet, y su endiablado modelo antidemocrático, llegara a su fin en el marco regulatorio heredado al sistema educacional chileno.

Es cierto, fueron los estudiantes, los menores, los que a ojos de los adultos eran apáticos y desinteresados en las urgencias sociales, fueron ellos los que nos conminaron a poner en agenda la revisión completa de la educación y, en particular , de la Ley Orgánica Constitucional de Enseñanza (LOCE).

Los gobiernos de la Concertación, en honor a la verdad, olvidamos la persistencia de esta rémora autoritaria, poniendo énfasis en otras materias. Perdimos el rumbo frente a lo realmente importante, en la definición de la educación, de los valores, de los proyectos de país o tipos de sociedad que se pretenden construir a partir de ella. En fin postergamos todos aquellos aspectos que le imprimen un sentido a la educación que no se logra sólo con más cobertura, infraestructura o la mejora salarial de los maestros.

Pero el proyecto de Ley General de Educación, presentado por el Gobierno estos días, salda la deuda.

Se harán variados análisis sobre este proyecto que deroga la LOCE, sus cambios son tales que da para cubrir varios centímetros de prensa. Pero hay uno, el eje inspirador del articulado, que identifica el sentido de este proyecto con los valores de los que defendimos la libertad el 5 de octubre del ’88. Es ni más ni menos que la simple presencia de la democracia.

La LOCE no sólo contiene el elementos propios del Gobierno Militar, entiéndase: la primacía de la doctrina de seguridad nacional, la obsesión por la propagación de las tendencias político partidistas en los marcos educacionales, el desarrollo del sentido patrio, las advertencias y llamados a respetar el orden público, la nominación de académicos nombrados por los Comandantes en Jefe de las FF. AA. para el Consejo Superior de Educación, etc. Sino que, además, su articulado responde a una ideología que subvalora las conductas democráticas e ignora la cultura de los derechos humanos.

El proyecto enviado por la Presidenta Bachelet repara en gran parte la falencia democrática de esta normativa y, por lo mismo, garantiza que los resultados de la gestión educacional estarán acordes a los parámetros valóricos del primer mundo.

No puede entenderse de otra forma cuando en la LOCE se identifica como principio inspirador de la educación sólo a una formación valórica enmarcada en la “identidad nacional” y en el proyecto de Ley General de Educación se menciona que ella lo estará: “en el respeto a los derechos humanos y las libertades fundamentales (…) en el ejercicio de la tolerancia, de las paz y del respeto de la diversidad, capacitándolas (a las personas) para convivir y participar en forma responsable, democrática y activa de la sociedad”. ¿Otra cosa no?.

Las nuevas normas que impiden la discriminación, aspecto destacado en las notas de El Mostrador, demuestran la modernidad y compromiso del Estado de Chile con el cumplimiento de tratados y convenios internacionales, de tan poca relevancia para los gestores dictatoriales de la LOCE.

La Ley General de Educación, si es aprobada por el Congreso Nacional, implicará un notable avance en el respeto a los derechos de los integrantes de la comunidad educativa. Nunca, en una norma de este rango, se habían incluido en igualdad de condiciones a padres y apoderados, alumnos, profesionales y asistentes de la educación y sostenedores de establecimientos educacionales.

En el caso de los alumnos, los protagonistas iniciales de este proceso democratizador de la educación, se consignan derechos como “a no ser discriminados arbitrariamente; a estudiar en un ambiente armónico, de sana convivencia, tolerancia y respeto mutuo y a que se respete su integridad física y moral, no pudiendo ser objeto de tratos vejatorios o degradantes. Tienen derecho a que se les respete su libertad de conciencia, sus convicciones religiosas o ideológicas, así como a su identidad personal..”.

Si bien es cierto existen preceptos constitucionales que aluden a estos derechos para todos los ciudadanos, no es menos cierto que la consignación de ellos en esta normativa eleva la dignidad de los estudiantes y recuerda al resto de los miembros de la comunidad educativa el carácter de personas que éstos poseen, reforzando la interlocución igualitaria al interior de los establecimientos.

Estos acápites del proyecto de Ley General de Educación demuestran el aire nuevo que se intenta llevar hasta las aulas, un aire sano que llene cada espacio del quehacer escolar. Un aire democrático, fresco, que llega a un sistema educacional sumido en la incoherencia del sin sentido, nacido de la intolerancia y parido por postulados sin espacio, sin aire, en el mundo que estamos construyendo.

Columna publicada en El Mostrador el 14 de abril de 2007.

viernes, 27 de abril de 2007

Reseña "Ingenuos, Soñadores y Liberales"



“Ingenuos, soñadores y liberales”
Waldo Carrasco Segura
Santiago de Chile. Enero 2007.


Esta es una crónica política intimista, contada desde las entrañas mismas de la militancia. Resulta, al mismo tiempo, un interesante fresco “de época” que pese a contar con alguna distancia temporal (1989-2001) con el presente, permite conocer en detalle conductas y prácticas de la política post-dictadura que se mantienen hasta hoy. Es también un texto sincero, su autor lo dice con fuerza: “esta es la historia de un proyecto político frustrado”; además remata: “será fuente para alguien que quiera indagar la historia pequeña, de las series menores, de los de segunda fila”. Se cuenta aquí los devaneos de un grupo de profesionales jóvenes, la “generación del recambio”, que de ayudar a la creación del Partido Alianza de Centro (PAC), Los Liberales, pretenden pasar a liderar un nuevo Partido Liberal (PL). En el intento se encuentran con las incomprensiones de los viejos tercios de la tienda y el desinterés de la Concertación de Partidos por la Democracia por contar con un quinto partido. Tras una serie de derrotas electorales y desgaste terminan, finalmente, asumiendo lo descontextualizado de su intentona; desde siempre reconocen su matriz concertacionista y sus orígenes en el liberalismo progresista, en 2001 pasan a integrar el PPD.
“Ingenuos, soñadores y liberales”, es un texto escaso en nuestra realidad porque pocas veces se escribe sobre derrotas y frustraciones. Por otro lado, entrega una visión sospechada pero no constatada de los pasillos y cabildeos de nuestra política criolla.

"Ingenuos, Soñadores y Liberales"



El pasado 25 de abril, en la Fundación Chile 21, se realizó la presentación de mi primer libro: "Ingenuos, Soñadores y Liberales". Los comentaristas del mismo fueron Patricio Rosende y Francisco Vidal. Por parte de la Fundación estuvo Marcelo Contreras. Agradezco a todos los que participaron de este evento y le dieron un marco de público que incentiva a seguir escribiendo.

El valor del libro es de $5.000, los interesados pueden dejar sus datos en esta dirección o al correo wcarrascos@gmail.com.