lunes, 30 de abril de 2007

Selección y segregación en la escuela


















Un reciente estudio de la Universidad de Chile arrojó resultados que, a la luz del debate sobre el proyecto de Ley General de Educación, impactan el ambiente educacional.

El estudio indica que los resultados arrojados por los colegios “emblemáticos” de la educación municipal, entiéndase los alumnos que de ellos egresan, no demuestran poseer un plus adicional en su pasada por tales establecimientos.

Esto significa que es la selección inicial que estos colegios aplican la que les garantiza tener buenos resultados. No es, por tanto, lo aprendido en los mismos lo que explica el rendimiento de sus estudiantes en las pruebas de selección universitaria.

De lo anterior se deduce que lo crucial es la formación de los primeros años de estudios básicos, es en esa etapa donde se forman a los estudiantes destacados. El rol, por tanto, de los establecimientos de enseñanza media no es determinante sino sólo en la medida que haga retroceder a sus alumnos escogidos y éstos pierdan hábitos de estudio perjudicando su rendimiento.

O sea, no debería llevarnos a asombro que un estudiante de estos colegios seleccionadores tenga resultados sobre la media nacional, es justamente lo mínimo que ellos pueden hacer. Lo novedoso sería que con ese capital destacado de alumnos se obtuvieran malos resultados.

El estudio en cuestión permite deducir, entonces, que lo que debiéramos exigir a estos establecimientos es que la mayoría de sus egresados estén en estándares de excelencia sobresaliente. Ello demostraría el valor agregado real que los establecimientos de este tipo aportan a sus alumnos.

Vale la pena detenerse en estos resultados de momento que el proyecto de Ley General de Educación modifica los requisitos para la selección de alumnos.

En el proyecto se señala que todos los colegios y liceos, con alumnos entre 1° y 8° Básico, que reciben financiamiento público, municipales y particulares subvencionados, deben admitir a quien solicite ingreso. En caso que su capacidad instalada sea copada podrá seleccionar en un proceso público y transparente, “el que en ningún caso podrá considerar la situación económica o social del postulante, su rendimiento escolar pasado o potencial, el estado civil, escolaridad o religión de los padres, origen étnico del postulante, ni otro criterio que permita la discriminación arbitraria de éste”.

El cambio es sustancial. Hoy en día existen todo tipo de selección y discriminación de alumnos. Los colegios particulares subvencionados escogen a sus estudiantes por rendimiento escolar y por todos los demás motivos que el proyecto en cuestión, explícitamente, prohíbe. Los municipales lo hacen al interior de la misma comuna, en unos colegios agrupan a los alumnos con mejor rendimiento, en otros aquellos atrasados o repitentes, con problemas conductuales, etc.

La selección aplicada en estos casos implica discriminación y segregación. Bien por aquellos que son escogidos, pero ¿qué pasa con los que son marginados o rechazados? ¿qué sentimientos puede ir guardando ese alumno al que se le indicó que carecía de talento? ¿Qué tipo de ciudadanos pueden resultar de aquellos que se les señala como los peores, los malos o los limitados?.

Pero, además, ¿es real el ambiente existente en un colegio donde están los más talentosos?. La escuela forma a los niños en el aprendizaje ciudadano, un colegio debe preparar a una persona para interactuar en la sociedad real, aquella diversa compuesta por todo tipo de personas, no sólo las talentosas.

Un país que crea estancos sociales, con un dialogo ciudadano limitado, estigmatizando a las personas por los colegios donde estudiaron o donde no pudieron estudiar; es un país que va en un camino no sólo equivocado, sino también altamente peligroso.

Entiendo que el gran sustento de los liceos “emblemáticos” es la opción de premiar a los mejores, a aquellos que mejoran a la sociedad a partir de su excelencia. Pero ello, según el estudio al que aludíamos al principio, no está tan garantizado. ¿por qué entonces seguir con ese sistema?. Se nos dirá que por la historia, por los preclaros hombres que nos han entregado estos establecimientos, en fin.

Pero, ¿no parecen altos los costos que como sociedad debemos pagar por mantener un sistema de selección? ¿Por mantener una tradición que no hace las diferencias que se pregonan?.

Para mí está claro que no es posible justificar algún tipo de segregación y discriminación cuando son las platas de todos los chilenos las que financian el sistema público de educación. Distinguir a los chilenos y chilenas entre los mejores y los peores es un contrasentido con el interés público.

Es de esperar que los avances que implica este proyecto de Ley General de Educación se cristalicen. Por ahora: terminar con la discriminación en colegios con financiamiento público entre 1° y 8° básico; más adelante: anular todo mecanismo de selección que implique ofender la conciencia democrática del país que estamos construyendo.

Columna publicada en El Mostrador el 18 de abril de 2007.

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