jueves, 16 de diciembre de 2010

Andrade y la pérdida del sentido de lo Colectivo

En el Congreso, la noche de este miércoles 15 de diciembre, todo parecía viento en popa para la oposición.

En el Senado, luego de un ácido debate en donde el Ministro del Interior desplegó sus atributos, se aprobaba, con lo mínimo, el Proyecto de reajuste a los funcionarios públicos presentado por el Gobierno. Conforme a la estrategia no oficialista diseñada correspondía que éste pasara a la Sala de la Cámara para ser rechazado y provocar la Comisión Mixta. Esta instancia sería la última etapa de la negociación, en donde no sólo se podría alcanzar acuerdo sobre un guarismo, sino que, además, se “amarrarían” cuestiones pendientes y no poco importantes, como eventuales descuentos por los días no trabajados y un protocolo sobre los masivos despidos de funcionarios hechos recientemente.

A esta fórmula de trabajo concurrían independientes, comunistas y concertacionistas, los que juntos representaban un atisbo de nueva mayoría en el Congreso. Después del debate presupuestario este evento de trabajo mancomunado de la “oposición” se convertiría en el hecho político más auspicioso del año.

Sin embargo las cosas no se dieron así. En la votación decisiva, ya en la madrugada del jueves 16, el Presidente del Partido Socialista, Diputado Osvaldo Andrade, a la sazón coordinador y vocero de la Concertación, se retiraba de la sala, sin votar, provocando un inesperado y estrecho triunfo oficialista.

Nadie entendía nada. Sólo momentos antes se había escuchado la intervención de este parlamentario, quien hacía uso de la palabra al último, como corresponde a la investidura de su eventual autoridad del bloque concertacionista; intervención concisa y coherente con las anteriores, en donde recriminaba al Gobierno por haber privilegiado los bonos por sobre los reajustes, lo que incluso escapaba a toda lógica financiera, en fin.

Resultado, aprobado el reajuste (adiós a la Comisión Mixta) y perplejidad. Nadie entendía nada.

Las explicaciones de esta mañana del Diputado Andrade me han dejado de una pieza. Ha dicho que su actuación es coherente a lo que los gremios le habían solicitado y que, además, él era muy escéptico a los resultados que se podrían alcanzar en la Comisión Mixta. Que había actuado conforme a una solicitud de los gremios y la CUT.

Anoche, tras los hechos, las redes sociales estallaron. Incredulidad, recriminaciones, amenazas, desasosiego, mucho desasosiego. Esta mañana amigos, que aún creen que uno cuenta con mejor información que ellos, me despertaban a telefonazos inquiriendo detalles que no tenía y pidiendo explicaciones a hechos que aún no comprendía. En fin.

Las “explicaciones” de Andrade son lapidarias. Ha dicho, en otras palabras, que ha actuado en conciencia, tras muchas conversaciones. De hecho El Mercurio nos había advertido de ello en su edición del martes 14 cuando daba cuenta de la cena del Domingo 12 entre él, el Senador Escalona y los Ministros Larroulet y Larraín. Todo parece indicar que está conforme con su actuar y su conciencia está muy tranquila. Pero ese no es el tema de fondo.

Cuando la política importa en el plano personal por sobre lo colectivo estamos retrocediendo. La política, justamente, vive más allá del ámbito personal y tiene que ver con la convivencia con otros.

Siento que las “explicaciones” del Diputado Andrade apuntan en el sentido equivocado de la experiencia histórica que hemos tenido como Concertación. Precisamente es el desprendimiento de las legítimas aspiraciones personales, en función de la búsqueda de los sueños colectivos, lo que ha caracterizado nuestro modus vivendi al interior del conglomerado. Cuando las visiones y análisis personales se imponen sin diálogo y concertación con otros estamos hablando de una forma de hacer política que no tiene nada que ver con los últimos 25 o 30 años.

Porque Andrade ha actuado con el desconocimiento de su bancada, de las autoridades de su partido, a espaldas de sus pares Presidentes de Partidos de la Concertación; su alusión a la CUT no hace sino ahondar más la herida porque la reduce a una rencilla interna de los liderazgos sindicales del mundo socialista; el Presidente del Partido Socialista se ha equivocado porque sus actos giran en el sentido contrario de las agujas del reloj, hacia visiones que creíamos erradicadas.

Quizás ya bastaba con haber sufrido la experiencia del fenómeno de MEO para haber aprendido de esto, de que las aventuras personales no pueden hacerse en nombre de sueños colectivos, pero no fue así. Todo parece indicar que el principal problema de la Concertación no pasa ni por los liderazgos, ni por la renovación de sus cuadros sino por la pérdida del sentido de lo colectivo.

La actitud del Presidente del PS quizás no sea sino una expresión más de este mal, quizás llame la atención porque su perfil no encajaba con los personalismos. Sin duda que esperaba esto de otros, de aquellos que “tiran el mantel” casi por deporte. En fin.

¿He aquí nuestro principal problema queremos ser la suma de muchos o queremos que esos muchos se sumen a nuestros “preclaros designios”? De no resolver esto difícil es que podamos salir del embrollo donde estamos metidos.

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