martes, 7 de diciembre de 2010

Hinzpeter y la aprobación en delincuencia a la baja

Los resultados de Noviembre en la Encuesta de Evaluación Mensual de Adimark vienen a cerrar un ciclo nada de positivo para el Ministro del Interior, Rodrigo Hinzpeter.

Aunque haya aumentado su índice de conocimiento y en aprobación se ubique como segundo tras los gigantescos guarismos del Ministro Golborne, la baja en el respaldo a las medidas de combate a la delincuencia que ha tomado el Gobierno, junto a una serie de otras señales, permiten prever que la gestión del Ministro se vislumbra, a lo menos, azarosa.

Partamos por el principio. La Alianza y sus candidatos de las últimas tres elecciones presidenciales hicieron del tema de la delincuencia una materia obligada de la agenda política; una pregunta imprescindible en toda encuesta; a tal punto que, aún con resultados objetivos auspiciosos, como los reflejados año a año por la ENUSC[1]; los últimos años de los Gobiernos de la Concertación mostraron índices de aprobación deplorables en esta materia.

Los elementos de discurso opositor eran simples pero efectivos. Delincuencia desatada, existencia de leyes en demasía garantistas, un Gobierno desganado, y a ratos indolente, limitado por trabas ideológicas, excesivamente permisivo; un poder judicial y unas policías sin la conducción adecuada; en fin, un contexto donde los delincuentes campeaban sin atajo, con puerta giratoria o siendo indultados, burlando estrategias ingenuas que generaban una sociedad desprotegida, a merced de quienes debían estar tras la rejas.

Se hizo bien la pega y en la agenda política este era un tema indispensable y frente al cual el Gobierno concertacionista estaba, virtualmente, sin actitud. Aunque, como decíamos, objetivamente las políticas aplicadas a través de la Estrategia Nacional de Seguridad Pública reflejaban objetivamente importantes avances.

Ganadas las elecciones el nuevo Gobierno no rehuyó el tema, por el contrario, en un gesto audaz el Ministro del Interior encabezó el combate a la delincuencia poniendo todo su capital político al servicio de esta causa. Haciendo intervenciones públicas reiteradas, con gestos de “apoyo” a la labor de las policías y entrando en polémicas con la Fiscalía Nacional. El Ministro del Interior se ha transformado en protagonista principal en el “combate a la delincuencia”, con entusiasmo, tanto que actuó hasta contra un supuesto germen terrorista.

Los Gobiernos de la Concertación tenían, en este sentido, un diseño político diferente. La figura del Ministro del Interior, como Jefe de Gabinete, era una combinación de involucramiento y prescindencia en todos los tópicos de la gestión. Sobre todos los temas y en ninguno a la vez. Sólo cuando los problemas escalaban a un grado de trascendencia mayor éste intervenía o “hablaba” ante la prensa.

En el caso de Seguridad Pública siempre se entendió que el responsable político directo era el Subsecretario del Interior. Quienes ocuparon ese cargo durante los Gobiernos de la Concertación conducían los procesos, coordinaban acciones con los agentes persecutores y hacían la vocería en la materia.

Este diseño de gestión cambió radicalmente en marzo pasado, sonaba coherente hacerlo de momento que se pretendía dar señales potentes de cambio, que evidenciaran el “cambio de mano”. Las encuestas dieron cuenta de ello, pero el tiempo ha complotado contra el entusiasmo inicial; aunque el Gobierno cuente con más apoyo que el Presidente de la República, promesas como las de erradicar la delincuencia están condicionadas a las fluctuaciones que experimente, por ejemplo, la credibilidad del Presidente.

La cifra de aprobación sobre las medidas del Gobierno respecto a la Delincuencia, desde hace ya dos meses, está por debajo del guarismo que reflejaba el mismo al momento de asumir en marzo pasado. En Junio se experimentó el peak (53%) del rédito que la nueva forma de gobernar pudo cosechar de un rol más activo del Presidente de la República y su Ministro del Interior en esta tarea. Pero ¿Qué ha pasado en estos meses para que ocurra este fracaso tan acelerado como definitivo?

Bueno, ocurre que, primero, es pésima idea el levantar expectativas de soluciones totales sobre problemas estructurales. Alguien en el Gobierno debiera entender que “ganar la batalla contra la delincuencia” equivale a decir que se eliminará la cesantía, es decir, no sólo es irreal plantear metas tan maximalistas sino que, también, irresponsable.

Otro asunto es que tal voluntarismo, tanta “señal” mediática en este sentido, ha despertado fuertes expectativas en la población, las que elevan el umbral de satisfacción de los chilenos a parámetros inalcanzables para cualquier Gobierno.

Súmese a lo anterior los múltiples desaciertos, como las erráticas decisiones respecto a los nombramientos en la División de Seguridad Pública que depende del Sr. Ministro. La disputa pública entre la UDI y RN por el “control” de la Agenda del Ministerio del Interior, que provocó la caída de Jorge Nazer (UDI) el tardío nombramiento de Cristobal Lira, hace pocos días; siembran dudas respecto a la eficiencia gubernamental en una materia que parecía tan relevante en su programa de Gobierno. Todo en esa área parece improvisación, sólo ayer, por ejemplo se cerró el concurso para la asignación de 1400 millones de pesos a municipios y organizaciones sin fines de lucro que desarrollan proyectos con efecto real sobre el territorio. Esto 9 meses después de haber tomado el mando de la nación.

En esta misma área falta por resolver la manera en como durante, ya el 2011, se asignarán los recursos que permiten la intervención sobre el territorio, Názer dio señales muy equívocas en este sentido sembrando la perplejidad entre los municipios de todos los signos políticos. A nivel municipal todo es incertidumbre en este sentido.

El Ministro del Interior, además, corre el riesgo de saturación saliendo en todos los medios, para aparentar esta firmeza e involucramiento en el combate a la delincuencia, debilitando la credibilidad del Gobierno y del propio Ministro en esta tarea.

Ayuda poco, además, la disputa pública del Ministro con el Alcalde de Las Condes. Éste afirmó que el Jefe de Gabinete “faltaba a la verdad” respecto a la negativa a las sucesivas solicitudes de entrevista que hiciera para manifestarle su preocupación por la inefectividad de las medidas implementadas. Conocida es por todos la seguidilla de delitos a la propiedad que se han efectuado en el sector oriente de la capital.

Finalmente, el Sr. Ministro en su afán por “diferenciarse” de las administraciones anteriores ha tenido actuaciones que rayan en imprudencia. Un caso emblemático es el del ciudadano pakistaní, Saif Ur Khan, la actuación del Jefe de Gabinete compromete la seriedad con que el Gobierno abordará el tema del terrorismo. Las nuevas autoridades parecieran estar frecuentemente afectadas del vértigo terrorista, buscando nexos e intervenciones que hasta ahora no tienen correlato con la realidad.

Este cúmulo de desacierto explican en parte la brusca caída que el actual Gobierno tiene respecto a la aprobación ciudadana en el manejo de la delicuencia. Todo pareciera indicar que esto es un tendencia irremediable, tendencia que podría arrastrar al Jefe de Gabinete golpeando las actuales cifras de apoyo personal y complotando contra su cada vez menos disimulada carrera a la Presidencia.


[1] Encuesta Nacional de Urbana de Seguridad Ciudadana


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